sábado, abril 30

No seguiré esperándola (2º parte)

[...] Tampoco voy a seguir esperando algo que nunca fue para mi, que nunca podrás estar aquí, conmigo, abrazados, tu y yo, y nadie más. 
El reloj se ha parado, no sé en que momento, mañana o noche, pero me da igual. Estoy pensando en ti, como habitualmente. Pienso en tu mirada, en tu pelo, en tus manos con las que me abrazabas. Pienso también en tus palabras y en tu tono de voz, con el que me decías lo mucho que me amabas. Sí, "amabas", pretérito perfecto simple del verbo amar. Eso es lo que sientes. Ya no sientes nada, nada de lo que sentías hacia ami, todo se ha esfumado. De repente, todo, se convierte en nada. Esa nada fría y dura, como las noches de invierno. Esas noches en las que los dos nos sentábamos delante de la chimenea, mirando cómo saltaban pequeñas chispitas de fuego y la madera se iba consumiendo lentamente. Esas noches en las que, tumbados en la cama, me arropadas suavemente, con las mantas polares. Esas noches en las que no tenía frío, por el simple hecho de que estuvieras conmigo.
El reloj comenzó a andar, para mi ya nada tenia sentido. No sabía donde me encontraba. Supongo que en la estación de tren. No sabia porqué había llegado hasta allí ni con qué intención. Pero tenía miedo. Muchísimo miedo, de lo que pudiera, o no, pasar. 
Cuando ya nada parecía alegrarme, "algo" o "alguien", no sé que fue, llegó hacia mí. Parecía una fuerza sobrenatural, como una droga que se introduce en tu cuerpo pero sin tú saberlo. Era algo extraño. Pero de repente, no se cómo, se me dibujó una leve sonrisa. Y un pensamiento, sí, un pensamiento que me hacia sentir viva de una forma rara, y un tanto anormal a mi estado. Lo que sí tenía claro, es que no te había olvidado, pero estaba aprendiendo a vivir sin ti.

2 comentarios: