miércoles, junio 8

Hola, amor.


Escribo estas líneas para que sepas que no te he olvidado por mucho que la gente lo diga. Que te sigo amando desde que nos conocimos. Que siempre has estado en mi corazón, y que no creo que sea fácil olvidarme de ti y de los momentos que hemos pasado juntos.
No puedo olvidarme de ti, de tus ojos, de tu boca, de tu voz. No sé qué he hecho para merecer tal tortura de verte y no poder abrazarte, de no poder besarte. De que no me mires y de que nos hayamos alejado.
La gente dice: -Olvídalo ya, no vale la pena, pero ojalá pudiera. Hay veces que pienso que ya te olvidé, pero eso para mi es como volar, esa sensación de estar flotando por nubes jugosas y esponjosas, es es el resultado de tus recuerdos. Una sensación contradictoria. Me gusta flotar, pero tengo vértigo. No disfruto, sólo cuando sé que estoy más cerca del suelo es cuando me libero.
Cuando hay altura, me aferro a las nubes, pero éstas se desvanecen.
Cuando estoy a dos metros sobre el suelo, las nubes aparecen.
Vienen y se van, según les convenga. En los malos momentos nunca están, pero en los buenos, llegan sin avisar.
Ya no sé qué más hacer. Supongo que seguir asomándome en las noches de rocio, esperando y recordando todos y cada uno de los días que he pasado junto a ti. Todas y cada una de las palabras que se escapaban de tu boca.
Finalmente, termino. Despidiéndome de la felicidad, y le pido que vuelvas algún día. Pero ella te acompaña, y tu la tienes secuestrada, para que no llegue a mí.
Ojalá, algún día, ésta nunca desaparezca de tu vida, para que no pases momentos malos, porque yo, no estaré junto a ti para reconfortarte.

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